miércoles, 7 de febrero de 2007

Vanguardias

¡Ah, la retórica de las vanguardias! Es excelente. Cada vez que me toca leer algún manifiesto no puedo reprimir alguna carcajada en algún punto. ¡Son fantásticos! Tanta vida, tanto dinamismo, tanta acción, tanta juventud! Vean, vean:

"Toda obra pictórica o plástica es inútil; que, por lo menos, sea un monstruo capaz de dar miedo a los espíritus serviles y no algo dulzarrón para servir de ornamento a los refectorios de esos animales vestidos de paisano que ilustran tan bien esta fábula triste de la humanidad" (Dadaísmo)

"Dada trabaja con todas sus fuerzas por la inatauración del idiota en todas partes. Pero conscientemente. Y él mismo tiende cada vez más a volverse idiota".

"Museos: ¡Cementerios!... Idénticos, verdaderamente, por la siniestra promiscuidad de tantos cuerpos que no se conocen" (Futurismo).

"¡Chopin a la silla eléctrica!" (Estridentismo mexicano (hay que aclarar porque, desafortunadamente, conocemos más de los movimientos de Europa que de nuestra propia realidad))

¡Excelente! La exageración de la expresión, la ampulosidad del gesto, la teatralidad de escribir un manifiesto... son fantásticos. Leer manifiestos es muy divertido. Pero, ¡Ojo!, que los respeto mucho. Pero, como dije, hay momentos en que no puedo reprimir una carcajada. Lo cual es bueno por dos razones: en primer lugar, en gran parte de las oportunidades la risa es lo que buscaban los mismos vanguardistas; en segundo lugar, porque si no me hicieran reir no estaría escribiendo sobre ellos. Además de lo evidente: la risa es siempre bienvenida porque implica un placer.

2 comentarios:

Pablo Natale dijo...

Miércoles che. Yo me acabo de dar cuenta que sólo queda una semana.
Creo que estoy deprimido: eso no suena nada dadá.

Nicolapio dijo...

ja ja ja. ¡Puto! Hay que juntarse a charlar un poco, che. Si vos no la rendís, ¡Por lo menos ayudame a mi!